Los lineamientos para la implementación de la evangelización de los pueblos indígenas en sus propias lenguas se establecieron para toda la Iglesia católica con las disposiciones emanadas del Concilio de Trento (1545-1563), en el cual se fijó una política evangelizadora común que sentó las normas para la conversión de los infieles. Dichas disposiciones se recogieron en diversos concilios provinciales en América. De estos, el más influyente en la situación chilena fue el Tercer Concilio Limense, celebrado entre los años 1582 y 1583, bajo la presidencia del arzobispo Toribio de Mogrovejo. Su relevancia ha hecho que se trate como un hito fundamental en la organización de la Iglesia en el Virreinato del Perú (López Lamerain 2011).
En esta instancia se estableció la obligatoriedad del uso de las lenguas indígenas para la evangelización. Se determinó que los sacerdotes y misioneros debían aprender los idiomas locales para predicar la doctrina cristiana de manera efectiva. Esta medida respondía a la necesidad de superar las barreras lingüísticas que dificultaban la comprensión del mensaje evangélico por parte de los indígenas. También se dispuso la creación de obras que unificaran la doctrina en un solo modelo textual. Estas se conocen como los “complementos pastorales y, aunque estas se escribieron en quechua y aymara, se ordenó la traducción a las demás lenguas del Arzobispado (Tineo 1990).
Autoras: Nataly Cancino y Ninoska Vera
Referencias bibliográficas
López Lamerain, C. (2011). “El III Concilio de Lima y la conformación de una normativa evangelizadora para la provincia eclesiástica del Perú”, Intus-Legere Historia, 5(2), 51–68. https://intushistoria.uai.cl/index.php/intushistoria/article/view/90
Tineo, P. (1990). Los concilios limenses en la evangelización latinoamericana. Labor organizativa y pastoral del Tercer Concilio Limense. Universidad de Navarra.

